Gurdjieff Grupo Dominicano

 

El Sermón Del Monte

                             

Las bienaventuranzas

Viendo la multitud, subió al  monte; y sentándose, vinieron a el sus discípulos.

Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón  porque ellos verán a Dios

Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados son cuando por mi causa los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes, mintiendo; Gócense y alégrense, porque su galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes.

 

La sal de la tierra

Ustedes son la sal de la tierra pero si la sal se desvaneciera, con que será salada? No sirve mas para nada sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

 

La luz del mundo

Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende luz  y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras, y glorifiquen a su Padre que esta en los cielos.

 

Jesús y la Ley

No piensen que he venido para abrogar la ley o los profetas. no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque les digo que si su justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraran en el reino de los cielos.

 

Jesús y la ira

Oyeron que fue dicho a los antiguos: No mataras; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedara expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces  ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estas con el en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

 

Jesús y el adulterio

Oyeron que fue dicho: No cometerás adulterio." Pero yo les digo que cualquiera  que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al  infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

 

Jesús y el divorcio

También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio. Pero yo les digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere;  y el que se casa  con  la repudiada, comete  adulterio.

 

Jesús y los juramentos

Además han oído que fue dicho a los antiguos: No perjuraras,  sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo les digo: No juren en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza juraras, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea tu hablar: Si, si; no, no; porque lo que es mas de esto, de  mal procede.

                                                                                                     

El amor hacia los enemigos

Oyeron que fue dicho: ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo les digo: No resistan al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con el dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oyeron que fue dicho: Amaras a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los aborrecen, y oren por los que los ultrajan y  persiguen; para que sean hijos de su Padre que esta en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si aman a los que les aman, qué recompensa tendrán? No hacen también lo mismo los publícanos? Y si saludan a sus hermanos  solamente, qué hacen de mas? No hacen también así los gentiles? Sean, pues, ustedes perfectos, como su Padre que esta en los cielos es perfecto.

 

Jesús y la limosna

Guárdense de hacer su justicia  delante de los hombres, para ser vistos de ellos; o de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que esta en los cielos. Cuando, pues des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto les digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tu des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensara en lo secreto.

 

Jesús y La oración

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto les digo que ya tienen su recompensa. Mas tu, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ó ora a tu Padre que esta en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensara en lo secreto. Y orando, no usen vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por palabrería serán oídos. No sean, pues, semejantes a ellos; porque su Padre sabe de qué cosas tienen necesidad, antes que ustedes le pidan.

Ustedes, pues, oraran así:

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

Venga tu reino.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Danos hoy nuestro pan supersubstancial.

Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Y no nos metas en tentación, mas libranos del malo;

porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amen.

Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonara también a ustedes su Padre celestial; mas sino perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco su Padre les perdonara sus ofensas.

 

Jesús y el ayuno

Cuando ayunen, no sean austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto les digo que ya tienen su recompensa. Pero tu, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que esta en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensara en lo secreto.

 

Tesoros en el cielo

No hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino hagan tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde este tu tesoro, allí estará también tu corazón.

 

La lámpara del cuerpo

La lámpara del cuerpo es el ojo. así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuantas no serán las mismas tinieblas?

 

Dios y las riquezas

Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amara al otro, o estimara al uno y menospreciara al otro. No pueden  servir a Dios y a las riquezas.

 

El afán y la ansiedad

Por tanto les digo: No se afanen por su vida, que han de comer o que han de beber; ni por su cuerpo, que han de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas; Y quién de ustedes podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, por que se afanan? Consideren los lirios del campo, como crecen: no trabajan ni hilan; pero les digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho mas a ustedes, hombres de poca fe?

No se afanen, pues, diciendo: ¿Que comeremos, o qué beberemos, o que vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero su Padre celestial sabe que tienen necesidad de todas estas cosas. Mas busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Así que, no se afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

 

El juzgar a los demás

No juzguen, para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que juzguen, serán juzgados, y con la medida con que midan, les será medido.

¿Y por que miras la paja que esta en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que esta en tu propio ojo? O como dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces veras bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. No den lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y los despedacen.

 

La oración, y la regla de oro

Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán, llamen y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Que hombre hay de ustedes, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? O si le pide un pescado, le dará una serpiente?

Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuanto más su Padre que esta en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

Así que, todas las cosas que quieran que los hombres hagan con ustedes, así también hagan ustedes con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

                                                                                                     

La puerta estrecha

Entren por la puerta estrecha porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida. Y pocos son los que la hallan.

                                                                                                     

Por sus frutos los conocerán

Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos. Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conocerán.

                                                                                                     

Nunca los conocí

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrara en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad de mi Padre que esta en los cielos Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca los conocí  apártense  de mí, hacedores de maldad.

                                                                                                     

Los dos cimientos

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.

Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le comparo a un hombre insensato, que edifico su casa sobre la arena; y descendió  lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

 

Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina;

porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.